Dos hechos ocupan mi mente al atacar la empresa de redactar estas líneas que a lo largo de estos 16 años el lector demostró que son las depositarias de su atención.
Un vecino de Ituzaingó recibió la medalla de oro en Beijing por su colección de filatelia.
Los únicos periodistas del conurbano bonaerense invitados por la embajada de EE.UU. en la Argentina para presenciar y palpitar las elecciones en ese país fueron Esteban Prego y quien firma, también habitantes de nuestra ciudad.
Tomo estos dos datos de la realidad por su cercanía en el tiempo… y porque mi experiencia (cientos de editoriales siempre sobre esta bendita Estación 12 del Oeste) me dice que cuando en estas circunstancias se me ocurre un tema… no lo tengo que abandonar, aunque a veces me conduzca a caminos harto laberínticos.
Este ituzaingó-centrismo que me ha llevado a ponerme la camiseta hasta en los lugares más recónditos (incluso el Viejo Continente) parte de la idea para algunos absurda de que únicamente desde lo periférico puede venir la solución a nuestros problemas… jamás desde lo central.
Tal vez por eso es que he decidido convertirme en buceador de la realidad cotidiana para rastrear, percibir e incluso (con un poco de suerte) en algunos casos descubrir a nuestros convecinos en su papel de protagonistas de los más variados proyectos, circunstancias, obras y en definitiva historias.
Así Javier Cano aparece como ganador de la me­dalla de oro en las Olimpíadas y con un colega aparecemos como únicos invitados en un evento de ni más ni menos que la embajada yanqui.
Para nadie será un secreto el hecho de que esto no es una novedad ni un descubrimiento, solo que usted fue siendo conducido a un formato en el cual lo que interesan son los primeros y a un lugar donde la importancia solo la tienen las noticias a nivel nacional…
Claro… hasta que aparece un violador en el pueblo o nace un pato prematuro con 17 cabezas.
La Aldea Global fue concebida por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan y se refiere a que con la velocidad de las comunicaciones, toda la sociedad comenzaría a transformarse y su estilo de vida se volvería similar al de una aldea. Debido al progreso tecnológico, los habitantes del planeta empezarían a conocerse unos a otros y a comunicarse de manera directa.
Ya el sociólogo imaginaba y resaltaba las bondades de la aldea: “la Aldea Global promoverá tanto la solidaridad como la lucha por los mismos ideales, al nivel, por ejemplo, de la ecología”…
Lamentablemente el canadiense murió en 1980 y ya vislumbraba que los resultados eran muy otros… y que esa velocidad en las comunicaciones estaba siendo aprovechada para la concentración del poder en manos de unos pocos.
Es por eso que me atrevo cada día a soñar con que otro Ituzaingó es posible… no ya la provincia… ni la República Argentina… ni EE.UU. con su nuevo presidente negro ni el resto de los continentes… una ciudad, un pueblo, una aldea donde cada vez nos conozcamos más… donde las caras van a nacer cuando las mire, donde cada día vamos a aprender a emocionarnos más con lo que pasa en nuestra cuadra que con lo que muestran del país en el noticiero de las 20.
Y que Ituzaingó deje de ser una ciudad para vivir para convertirse en una ciudad viva.